Sí, ya queda poco. Apenas unas horas y estaremos comiendo uvas, arrancando calendarios, brindando y, con suerte, haciendo lo que más nos gusta: jugar. Ha sido un año largo en el que han pasado muchas, muchísimas cosas. La mayoría de ellas ha servido para poner los pies en la tierra y saber en qué momento y en qué lugar estamos, cuáles son los deseos de los poderosos y quiénes los verdaderos enemigos. Un año de, en el mejor sentido del término, «desilusión». La ilusión de la prosperidad y el vientoenpopismo se ha hecho pedazos y nos encontramos ahora con familias desahuciadas, trabajos que ya no existen, derechos que se pierden y un político o banquero sinvergüenza en cada esquina. ¿Qué celebrar entonces cuando ya sabemos que en 2013 no van a cambiar las cosas, que vamos a seguir por el mismo caminos de desilusión y catástrofe, que no vamos a recuperar el nivel de vida perdido y que probablemente tengamos que empezar a plantearnos las cosas de otra forma si queremos sobrevivir? Pues bien, si lo miramos así, a lo grande, parece que no mucho, sin embargo, si nos concentramos en nuestros pequeños tableros, esos lugares donde el universo es controlable y donde somos nosotros los dueños del mundo, pues entonces podemos –sin reticencia y sin medida– ponernos a saltar como si nos acabara de tocar la lotería.
Reconozcámoslo, 2012 ha sido un año jodidamente bueno, un año donde se han creado grandes juegos, se han reimprimido otros, se han traducido unos pocos más y donde hemos vivido momentos memorables. Sí. 2012 mola. 2012 ha sido un año cojonudo. ¡Viva 2012! A quién le importa la crisis, la corrupción, el desmantelamiento de la educación y la sanidad, la pérdida de derechos o los recortes. Olvida todo eso y piensa que 2012 ha sido el año de juegazos como Mage Knight o Robinson Crusoe, que en él nos hemos enfrentado a zombies en City of Horror y hemos llevado a cabo importantes misiones en tierras de Andor. Y no hablo de Eclipse, Earth Reborn o Through the Ages (por fin en español), porque no he probado ninguno, aunque me consta su calidad y su peso, pero sí del Mansiones de la locura, que tantas tardes intensas nos ha brindado, y también de juegos pequeñines, como Love Letter, que acaba de llegar a casa. Y qué decir de kickstarter, la plataforma que ha hecho que muchísimos juegos puedan ver la luz y que los consumidores puedan contribuir al proceso de creación desde sus inicios. O de la nueva perdición de los frikis coleccionistas X-Wing, o de la edición depurada de Descent. Eso sin contar los eurogames que tienen altamente restringida la entrada en esta casa, pero que me consta que han sido muchos y muy buenos o el pelotazo español Polis, Fight for the hegemony, que muestra cómo el mercado español está creciendo a pasos agigantados en calidad y ambición.
Y podríamos mencionar también el nacimiento de nuevos blogs lúdicos. Bueno, al menos el nacimiento de este blog lúdico, que vio la luz en marzo. Y bien, como ya sabéis que no me dedico a las reseñas, simplemente diré los juegos que –sean novedad o no– más he disfrutado este año. Porque en los juegos lo que importa es jugar. Y si el juego es hermoso, si la partida es memorable, lo demás importa bastante poco:
Epic Spell Wars
Lo grandioso de este juego consiste en la gramática de hechizos a través de la cual lanzar poderosos conjuros. Cada hechizo se compone de una, dos o tres partes y nada hay más excitante que rebuscar entre tus cartas las combinaciones más letales posibles. Incluso a dos jugadores las batallas son intensas y divertidas. Hay hechizos para todos los gustos: livianos, crueles, graciosos, kamikazes o apoteósicos. Y el mazo es tan abultado que resulta difícil repetir combinación en una partida. Gracioso, dinámico, demoledor. Ha dado grandes momentos en esta casa, sin duda.
Mansiones de la Locura
Esas tardes en las que el verano se escapaba ya por el horizonte, en las que la oscuridad traía monstruos y tristeza, no habrían sido lo mismo sin las aventuras en esta mansión sórdida, sin la intriga de descubrir la pista siguiente, sin los puzles, sin los monstruos, sin las pruebas de habilidad. Un juego que parece más complicado de lo que es y que te atrapa en su atmósfera. Un juego que nos hizo pasar terroríficos momentos y también nos dejó algunos instantes heroicos para la memoria.
Ticket to Ride
Llegó por mi cumpleaños como prueba de amor. No jugué tanto como esperaba o me hubiera gustado, pero la sensación de viaje tranquilo, de mirar el paisaje por la ventana mientras haces tus cálculos, lejos ya de la pasión o el miedo, no me abandonó en ningún momento durante las partidas. Sí, me gusta la seguridad del viaje el tren, su paz, su sosiego, su destino seguro. Y me gusta este juego sencillo, liviano, que parece como si siempre hubiera estado ahí, como si pudiéramos encontrar una copia en cualquier lugar del mundo.
Robinson Crusoe
Nos perdimos en la isla, construimos empalizada y tejado, exploramos, matamos y morimos. Lo mejor de este juego fue que nos hizo ser un buen equipo, nosotros que somos tan competitivos, nosotros que discutimos en los juegos y a veces terminamos enfadados o cediendo a regañadientes, nosotros que competimos en cada juego, por muy colaborativo que sea… aquí nos apoyamos el uno al otro hasta el final, hasta las últimas consecuencias, sabiendo que sólo puede sobrevivir el grupo y que, en situaciones extremos, el ego, la vanidad o el individualismo son palabras vacías y absurdas.
Star Wars X-Wings
Preciosas naves de Star Wars en una batalla de calcular fuerza y distancia. Reñidas las partidas que tuvimos, y siempre emocionantes, sencillas, inapelables. Pinta que alguna que otra nave más aterrizará en casa en el momento menos esperado.
City of Horror
Creo que puedo calificar, sin temor a equivocarme, como «la más divertida del año» la partida de City of Horror. No sé si fue el grupo de juego, el vino, el juego o el aire de la tarde, pero lo pasé tan bien tramando traiciones, salvándome y muriendo, viendo caer a los otros, luchando a brazo partido por coger ese jodido helicóptero, que no puedo dejar de sonreir pensando en los zombies. Sí, City of Horror se ha ganado un sitio en mi corazón .
Mage Knight
Una máquina perfecta. Un festival de detalles bien hilados que me ha conseguido acelerar el corazón cuando lo jugaba, tal era la intensidad con la que me creí conquistadora de reinos y arrasadora de ciudades.
Puede que sea el mejor juego que he probado nunca, en el que a cada paso entiendes mejor por qué sucede lo que sucede, por qué las reglas no pueden ser de otra manera y por que sí, era necesario hacerlo de este modo. Cada vez que salió a la mesa fue una tarde de duelos y una noche de insomnio, y dormir pensando en la batalla. Cuando sea viejecita y piense en las antiguas glorias conquistadas diré: ¡Yo he jugado a Mage Knight!
Pero no todo son alegrías y grandes juegos, también ha habido decepciones este año. Nunca tan grandes como aquellas de la vida real, pero sí que hubo momentos en los que la partida se torció, en las que el juego no nos dio lo que esperábamos o quizá fuimos nosotros los que no estuvimos a la altura. Han sido pocas las decepciones, pero han sido, y no sería justa con los juegos triunfantes si no las nombrara aquí, ante todos vosotros. Y los peores momentos lúdicos del año han sido…
Castle of Ravenloft
Nos gustó tanto, nos dio tantas emociones antes de ir a dormir, que nunca pensé que terminara en esta lista. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y las misiones se fue haciendo repetitivo, sin alma, sin inmersión en la caverna ni grandes sorpresas. Es de esos juegos que, una vez que dominas, ya nada más puede ofrecerte. De todas formas le guardo un cariño especial porque fue gracias a él que nos empezamos a introducir en dungeons, listos para los monstruos y los tesoros.
Cyclades
Por qué un juego tan bello nunca nos dio una buena partida es algo que todavía no acabo de entender. Lo tenía todo para gustarnos: mitología, dioses, islas y ejércitos. Sigo pensando que es que no sabemos jugar, que es fallo nuestro y no del juego, pero el caso es que la excitación por la partida iba bajando a cada minuto y, cuando por fin alguien vencía, había una secreta alegría en nosotros de que por fin se hubiera terminado todo. Salvo el momento en que alguna criatura entraba en juego, lo demás resultaba demasiado frustrante como para ser divertido.
Jinx
Un Dixit más rápido, más divertido, más de fiesta. Eso pensamos. Error. El punto fuerte del Dixit son sus sugerentes ilustraciones; son las ilustraciones las que abren la puerta de tu creatividad y te hacen sentir como si estuvieras inventando un cuento. La abstracción del Jinx no le pega al Dixit, o por lo menos para nosotros le quita lo mágico y evocador del Dixit. Hay que decir, eso sí, que nunca lo miramos como un juego nuevo, sino como una versión de uno que amábamos, y quizá fue por eso por lo que está cogiendo polvo en la estantería. Nos gusta la calidez, no la abstracción, para otra vez ya lo sabemos.
Y ya por último (pero en absoluto menos importante) cierro el año con la lista de deseos, con esos juegos que codicio y que me gustaría probar/poseer el año que entra. A esta lista la llamaré Por si hay algún rey mago cerca
Clash of Cultures
Porque de pequeña disfrutaba como una enana el Civilization, porque me gustan las civilizaciones y las conquistas, porque me gusta la editorial z-man y porque me enamoré de él en Essen.
Spartacus
Porque el mundo de los gladiadores es emocionante, erótico, grandioso. Y porque Robert Florence lo recomienda y creemos en su palabra como en la de un profeta. Ganas tengo de enfangarme en sus arenas y matar y morir con gloria.
Through the ages
Porque es un Vlaada, porque me dejo influenciar por su altísima nota en la BGG y por lo mismo de Clash of Cultures, me gustan las civilizaciones más que a Dios las misas.
Battlestar Galactica
Aún no he visto la serie, pero me atrae la intriga, el politiqueo, la traición. Me parece que es un juego que podemos disfrutar (eso sí, con algún incauto que se venga a casa y esté por la labor).
Libertalia
En una sola palabra: ¡Piratas!
¿Necesito decir más?
Summoner Wars
Porque es de cartas, de dos jugadores, de guerra y porque me ha dicho un
pajarito que es un gran juego.
Con esto me despido hasta el año que viene. Meteré en la maleta un par de pasteles, una bandeja de sushis y unos cuantos juegos y me iré a pasar el fin de año comiendo, bebiendo y jugando. Que los buenos presagios os acompañen a la salida del año, que veáis garzas en los campos, flores en los balcones, pañuelos blancos y una estrella fugaz para pedir un deseo. Y si perdéis hacedlo con honor, con humildad, con sabiduría. Y si ganáis no aplastéis a los perdedores, que somos gente sensible y buena.