Antes de una historia más detallada sobre nuestro paso por la meca del juego, vamos con algo que se suele hacer después de cada viaje: sopesar lo bueno y lo malo, enorgullecerse de lo que se ha hecho bien y tomar buena nota de los errores para no volver a cometerlos otro año, poner en una balanza lo positivo y lo negativo y así quedarse con una visión certera de lo vivido y jugado.
Cosas que hicimos bien este año:
–Ir dos días en lugar de uno. El primer día apenas nos dio tiempo de nada y el sábado tampoco estaba tan lleno como nos hicieron creer.
–Planificar bien los juegos que queríamos ver, imprimir los planos, graparlos por halls y señalar los booth en donde estaba cada juego. Nos ahorró un tiempo precioso.
–El hotel: El Ibis nos quedaba muy cerca de la estación, no nos salió caro (gracias a la página extraña en donde lo reservamos) y era muy agradable y funcional.
–Llevar dinero en efectivo. Allí prácticamente en ningún puesto te aceptan tarjeta de crédito.
–Comprar bocadillos antes de entrar en la feria. Allí toda la comida era carísima.
–Comprar batidos de fresa en la frutería para desayunar. Poder desayunar un batido de fruta fresca no tiene precio.
–Probar los juegos que nos interesaban. Fuimos pacientes y esperamos para probar los juegos que habíamos señalado previamente, en lugar de sentarnos al azar en mesas vacías. Eso nos hizo descartar muchas compras y probar mecánicas diferentes.
–Resistir la tentación de comprar el Serpent’s Tonge. Era un juego precioso con un libro muy currado para lanzar hechizos y además te daban sobres gratis pero, siendo sinceros con nosotros mismos, nunca lo íbamos a jugar.
–Hacer una compra en AEG Entertainment. Sólo compramos un filler minúsculo (el Cheaty Mages) y nos regalaron una bolsaca gigante que nos vino muy bien para llevar el resto de juegos.
–Comprar muchos fillers. Nunca estorban en la ludoteca y es una oportunidad muy buena para comprar juegos baratos y novedades.
–Quedar con Black Meeple y la gente de los blogs: fue una «velada encantadora», que diría un cursi. Recibimos mucha información sobre juegos y fue muy agradable conocerlos y compartir nuestra pasión.
–Saludar a África, de Vedra Games. Tenemos un amigo común, Cristóbal, el más fiel de nuestro grupo, que va a convertir su juego de mesa en un juego de rol. Al principio nos daba un poco de vergüenza saludar, pero fue muy simpática con nosotros y nos ofreció una visión de Essen desde el otro lado, el de los diseñadores, ilustradores y editoriales. Tengo ganas de verla otra vez para la presentación de la Caja Negra de La Marca del Este.
Cosas que mejorar para el año que viene:
–El hotel Casa Emilio de Murcia. No era caro, es verdad, pero estaba atestado de mosquitos y la habitación no era nada agradable. Mejor pagar 10€ o 15 más.
–No preordenar todos los juegos de Japon Brand. Se agotan enseguida y la verdad es que nos encantan esos chorrijuegos japoneses. Me quedé con pena del «Machi Koro», sobre todo después de que uno de nuestro hotel nos dijera que el juego era una genialidad.
–Comprar la bebida dentro de la feria (nos soplaron 7 euros por dos refrescos). El segundo día aprendimos la lección.
–No comprar a tiempo The Study in Emerald. Decidimos dejar las compras para el último momento para no ir cargando con las cajas y, cuando por fin fuimos a por él, ya estaba agotado.
–No comprar el Blocks in the West. Seguro que lo encontramos más tarde, pero estaba allí el diseñador, que nos lo explicó maravillosamente y nos lo podría haber firmado.
–Comprar el Tash-Kalar sin probarlo. Había copias de sobra y además habíamos preordenado la nuestra. Igual hubiera estado bien probarlo e incluso esperar a que saliera en español (Homoludicus lo va a publicar).
–Comprar el Legacy sin probarlo. Aún está por ver si fue un error o no, pero la verdad es que la temática y la falta de interacción hacen que este juego haga torcer el gesto a nuestro grupo.
–Olvidar mi sobre con papeles en la feria. Gracias a dios fue el segundo día y ya no los necesitaba, pero me puso muy nerviosa habérmelo dejado. Sería bueno llevar un bolso en bandolera para poder meterlo y sacarlo con facilidad porque, como llevaba mochila, al final siempre lo tenía en la mano y, con las prisas de la última media hora, se me quedó en la feria.
–No preocuparnos del cambio de hora y tener que esperar el Shuttle hasta que las tres de la mañana volvieran a ser las tres de la mañana.
Sí, unas cuantas cosas negativas, pero ha sido una experiencia intensa y emocionante, que esperamos volver a repetir en años venideros. En una semanita o así os contaré todos los juegos a los que perdí en la feria y uno al que gané, que las excepciones también importan.